Es necesario generar una cultura de respeto y erradicar la xenofobia.
Morelia, Michoacán, 18 de diciembre de 2024. México, por su cercanía con Estados Unidos, es un país con una dinámica migratoria compleja y sin precedentes a nivel continental. Desde hace varias décadas, México no sólo ha sido un país de salida para los migrantes, sino también uno de llegada, tanto de personas deportadas como de quienes buscan migrar hacia otros destinos en América del Norte. Así lo comentó la doctora Gabriela Pinillos Quintero, investigadora de la Unidad de Investigación sobre Representaciones Culturales y Sociales (UDIR) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en el campus Morelia.
En el marco del Día Internacional del Migrante, establecido por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas en el año 2000, la investigadora destacó que, debido a la alta movilidad migratoria, es crucial que las ciudades receptoras, donde generalmente arriban aquellos que buscan emigrar hacia otros países, reconozcan las potencialidades de este fenómeno. Sólo de esta manera podrán construir espacios más amables y hospitalarios para quienes transitan por ellos.
“Es fundamental comprender que el encuentro entre las comunidades receptoras y las poblaciones migrantes ofrece múltiples posibilidades para construir sociedades más justas y cohesionadas. Esto ha sido observado en ciudades como Tijuana, Ciudad de México y Tapachula. Este entendimiento puede ser una herramienta valiosa para diseñar políticas públicas más efectivas, que protejan y promuevan el bienestar de las poblaciones migrantes. Sin embargo, esto representa un reto, especialmente por la naturaleza misma de la política migratoria en México”, comentó la doctora Gabriela Pinillos.
Otro desafío clave señalado por la especialista es la necesidad de que las sociedades latinoamericanas, en general, logren una cultura de paz y respeto hacia las personas migrantes, erradicando la xenofobia, la discriminación y la criminalización. Es urgente crear narrativas que promuevan la defensa de los derechos humanos, especialmente el derecho a la libre movilidad.
Pero, ¿qué impulsa a una persona a mudarse a otra ciudad, estado o país? Según la investigadora, los motivos de la migración son diversos. Es fundamental entender que las causas que motivan a migrar pueden ser variadas, dependiendo de cada individuo. Además, la migración no se reduce únicamente a la pobreza, como comúnmente se piensa, ya que también existen migraciones por estudios, trabajo o incluso por razones afectivas. Asociar la migración exclusivamente con la pobreza es una visión reduccionista que contribuye a la estigmatización de los migrantes.
Migrar, ya sea por los canales oficiales o no oficiales, implica un proceso costoso, tanto en términos económicos como logísticos. Esto es especialmente cierto cuando las rutas migratorias son peligrosas. De este modo, la migración está más vinculada a la condición de vulnerabilidad, la cual se agudiza durante el tránsito.
“Si bien la migración es un fenómeno diverso, es crucial reconocer que no todas las personas tienen las mismas oportunidades ni los mismos privilegios para cumplir con los requisitos que los Estados exigen para cruzar sus fronteras de manera legal y sin poner en riesgo su vida. Debemos pensar en estrategias y mecanismos que hagan que la migración no represente un riesgo para quienes la emprenden”, puntualizó la doctora Pinillos Quintero.
Dado que el tema migratorio es de gran relevancia en México, la investigadora destacó la necesidad de que no sólo las autoridades, sino también la población en general, reconozca este fenómeno como inherente a la dinámica del país. México se ha convertido en un actor clave en las dinámicas migratorias, tanto internacionales como internas. Esta última, referida al cambio de ciudad o estado dentro del país, también debe ser comprendida como parte integral del proceso migratorio.